El caballo, la navaja, el agua y la luna: Simbología del teatro lorquiano

Respecto a los elementos comunes y más recurrentes en la tragedia del teatro lorquiano, posiblemente sea difícil encontrar una simbología más potente y trabajada que la que hallamos en la presente obra; “Bodas de sangre”, cuyas metáforas escénicas, físicas y dialectales, conforman una de las muestras más evidentes del rico imaginario del autor y dramaturgo granadino. En ella son especialmente importantes algunas figuras representativas y recurrentes, que se encuentran a lo largo de la mayor parte de la obra del autor, como son las siguientes y más reconocibles: el caballo, la luna, el agua y la navaja, elementos indisociables y esenciales en la obra.


La navaja es un elemento premonitorio y vinculado a un pasado oculto en la obra, lleno de venganzas y recuerdos que provocan ira y odio.


Cuando en el primer acto el novio pide la navaja, lo hace para cortar las uvas, aquí la fruta representa la juventud, la buena suerte, que va a ser cortada por un elemento que ya en el pasado provocó muertes en el entorno familiar (precisamente por la navaja, de ahí surge la aprensión de la madre). Poco después podemos comprobar cómo este hecho simboliza cómo otro elemento (Leonardo) del pasado, vuelve, para terminar también con esa buena suerte y provocar muerte, encaminando el recorrido vital de todos los personajes, al elemento trágico.

En esta navaja o cuchillo encontramos también la simbología evidente de la promesa del derramamiento de sangre, la incidencia de acero como promesa de la libertad en la sangre y el impulso negativo del hombre hacia la violencia y las armas. Es una de las figuras más recurrentes en el imaginario de Lorca, que en esta ocasión, cómo comentábamos antes, servirá en primera instancia como entrada a un pasado ligeramente velado o al que solo se alude, desconocido en parte para el espectador, pero que representará una amenaza constante, implacable y determinista, expuesta como la venganza. La navaja, puñal o cuchillo, puede aparecer a su vez como una doble metáfora, como cualquier elemento plateado. 


Novio: Déjalo. Comeré uvas. Dame la navaja.
Madre: ¿Para qué?
Novio:(Riendo) Para cortarlas. 
Madre: (Entre dientes y buscándola) La navaja, la navaja... Malditas sean todas y el bribón que las inventó.
Novio: Vamos a otro asunto.
Madre: Y las escopetas, y las pistolas, y el cuchillo más pequeño, y hasta las azadas y los bieldos de la era.



El agua,  en cambio, a diferencia de la navaja, que tendrá siempre un significado negativo, si puede variar en su intencionalidad dependiendo del estado en que se encuentre y su fuerza. Así pues, el agua puede simbolizar:

Agua en la que bebe el caballo: agua mansa, tranquilidad
Aguar estancada: Muerte, mal presagio
Agua en movimiento: pasión, amor, encuentro sexual

Respecto al agua y en relación al caballo, las nanas tienen además un simbólico tono de penas, tragedias y traiciones, con las referencias del caballo y el agua como puntos cardinales de esta simbología que presagia el devenir de la obra: 

Mujer: ¡Ay caballo grande que no quiso el agua!
Mujer: Duérmete, clavel, que el caballo se pone a beber. 




El caballo, por otra parte, representa la pasión, la rebeldía y el amor prohibido, el empuje sexual, la libertad la virilidad y la atracción. Cuando la Mujer comenta que el caballo está reventado de sudor no sólo se refiere a que viene corriendo desde lejos, sino que simboliza cómo los dos amantes comienzan a estrellar sus emociones en una vorágine de sucesos:

Mujer: Eso dije. Pero el caballo estaba reventando de sudor.
Suegra: Duérmete, rosal, que el caballo se pone a llorar.  (De nuevo la flor, el caballo y el agua que corre).


Así, el caballo significa el fuego del amor y cómo el amor del hombre puede arrastrar a una mujer, dominarla, enamorarla, o seducirla:

·        Novia: Un hombre con su caballo sabe mucho y puede mucho para poder estrujar a una muchacha metida en un desierto.

O por ejemplo, como podemos ver en la siguiente nana:

Suegra:
Nana, niño, nana
del caballo grande
que no quiso el agua.
El agua era negra
dentro de las ramas.

En este respecto, también son importantes las plantas; los árboles simbolizan la fertilidad y el deseo de prosperar. 

Madre: Tu padre los hubiera cubierto de árboles. 
Novio: ¿Sin agua?  

Madre: Ya la hubiera buscado. Los tres años que estuvo casado conmigo, plantó diez cerezos. (Haciendo memoria.) Los tres nogales del molino, toda una viña y una planta que se llama Júpiter, que da flores encarnadas, y se secó.


Cuando al principio el novio dice: “Me voy. / A las viñas”, simboliza el deseo de casarse y buscar una familia, pero, como ya hemos nombrado, al pedir la navaja para cortar la uva, casi se sentencia o advierte un futuro trágico.

Además, vinculando el simbolismo propio del arte floral, Lorca utiliza las flores según el momento de la obra con un significado específico (las adelfas, al azahar…): el azahar en el pecho simboliza la castidad de la novia.

  Novia (a Leonardo): ¿Qué más da? ¿Por qué preguntas si trajeron el azahar? ¿Llevas intención?


Y después en la boda, cuando el Novio indica que éste es de cera, que dura siempre, no sólo señala una propiedad del regalo, sino que además es un símbolo de que la novia quedará casta y pura ya para siempre tras enviudar y morir también su amante, marcada por sus faltas y repudiada por las vecinas y sociedad, pero honrada.

Respecto a la luna, simbolismo importantísimo y aún personaje representado de forma física en la obra, funciona como un presagio de muerte, un mensajero (leñador) del destino funesto que aguarda, en el que se segará la vida, mediante el conflicto sangriento y la tragedia del casamiento. 


A menudo se la personifica y da voz:

Luna:
Cisne redondo en el río,
ojo de las catedrales,
alba fingida en las hojas
soy; ¡no podrán escaparse!
¿Quién se oculta? ¿Quién solloza
por la maleza del valle?
La luna deja un cuchillo
abandonado en el aire,
que siendo acecho de plomo
quiere ser dolor de sangre.
¡Dejadme entrar! ¡Vengo helada
por paredes y cristales!


Por último, no podemos dejar de señalar, el propio simbolismo que la sangre ejerce, desde el mismo título, hasta las escenas de conflicto donde es derramada, al presagio trágico de muerte, o la unión de dos sangres (dos familias) enfrentadas, como mal presagio y libertad de la muerte que acabará por reclamar su presa.

Tenemos además que tener en cuenta el uso cotidiano de Lorca de expresiones populares referentes al habla coloquial, cultural y andaluza de los pueblos, y no confundir expresiones comunes contemporáneas a su época con simbolismos originales del autor.

Madre: (...) Los hombres, hombres, el trigo, trigo.


En definitiva, una obra con una representación directa, pero un significado complejo y profundo, que ofrece un aliciente a las distintas capas de interpretación que el espectador puede alcanzar. 


A ese respecto, caben destacar las innumerables representaciones escénicas que la obra ha tenido en múltiples contextos, desde sus estrenos hasta la actualidad: representaciones poéticas, teatrales con estética acorde o contemporánea, espectáculos modernistas, e incluso danza o películas, como la que propone Carlos Saura en 1981, representación de baile flamenco con tonos de teatro contemporáneo sobre la obra Bodas de Sangre.
Aquí podemos contemplar unos minutos de dicha obra donde representan el "mal de amores" que sufren La Novia (Cristina Hoyos) y Leonardo (Antonio Gades), cuando ambos se encuentran antes de la boda en casa de la novia, justo cuando la Criada le va a poner el azahar y la gente ya viene desde lejos.



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