Consumo y marketing cultural: opinión.

Marketing cultural

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A la hora de hablar de marketing cultural y consumo, la clave está en distinguir al consumidor (mal endémico de la palabra "cliente"; todos somos hoy clientes de alguien) del lector o quien accede a la cultura libremente con afán de crecimiento, inquietud, y conocimiento. 

En el artículo de El País , el escritor y articulista Juan José Millás diferencia perfectamente estas dos definiciones mediante un texto tan hiperbólico como literario, que refuerza el carácter ridículo de según que términos aplicados a elementos que no tienen nada que ver con economía, consumo o mercado, y la forma en que llevan a su terreno, el político, el mercantil, el "práctico", la forma de evaluar el arte. 

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Es pues importante distinguir el lado económico, que tributa en Hacienda, del libro, en su costado, como dice el filósofo Millás, editorial y mercantil, de los bienes no tangibles y más elevados que devienen de la perspectiva cultural de dicho elemento literario que venimos en llamar libro (sea físico, digital o hecho de piedra). Por lo tanto, es oportuno que Millás distinga entre formas de consumo o formas de vida, como hechos totalmente separados, que no tienen una incidencia real el uno en el otro.

Que se consuma menos no quiere decir necesariamente que se lea menos. 

Ni que dicha actividad inherente al hombre, escribir, sea prescindible. 

Esto incide directamente en los conceptos de utilidad y valor práctico que otorgamos a las humanidades, a bienes tan intangibles como la poesía, la filosofía, el arte. No parece necesario explicar que dichos elementos son necesarios, que no útiles, si es que entendemos únicamente la "utilidad" como un fin tangible en forma de billetes, monedas, edificios, comida, o producción en serie. Lo que aportan estos elementos no útiles, e intrínsecos al hombre, permiten llevar a cabo los otros, o lo que es lo mismo; prolongan el acto humano de vivir, no sobrevivir, como algo más que una pieza de engranaje, como un ser inteligente y autosuficiente, que reacciona ante su entorno. 

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Por este mismo motivo, Millás asocia conocimiento con poder, literatura con pensamiento crítico, futuro con humanidades. El individuo peligroso, lee. El que no quiere ser esclavo de nadie, lee. 

De esta forma, no tiene sentido hablar de que baje el consumo en determinados sectores, queriendo buscar un vínculo inexistente con que estas expresiones del ser humano son, o bien menos necesarias o prescindibles, para una sociedad que parece empeñada en fabricar robots complacientes y poco críticos. 

No obstante, si puede ser perjudicial para la cultura la dificultad o traba en forma de IVA cultural, impuestos, tasas o normativa, que impida llegar a algunos a esos "consumidores", lectores, espectadores, público, a distintas formas de expresión artística que de otra forma y modo sí les serían fácilmente alcanzables, lo que a su vez genera un efecto bucle, en el que cuanto más se dinamita la forma de vida del artista, menos arte y cultura se produce para que el público pueda acceder a ella. 



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